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sábado, 22 de marzo de 2014

propiedades de la arcilla


No se conoce con exactitud cómo actúa sobre todo ser vivo, pero son innegables las múltiples aplicaciones terapéuticas de la arcilla.


Utilización externa, efectiva y sin riesgos
Hay constancia del empleo de la arcilla desde hace milenios, en todas las épocas y continentes, para curar todo tipo de enfermedades, heridas, afecciones de la piel y problemas inflamatorios.
Si bien dejó de utilizarse de manera habitual en el siglo XIX, con la incorporación a la vida cotidiana de los progresos de la química, ya desde la Edad Media fue perdiéndose en Occidente el prestigio terapéutico de la arcilla, menospreciada por la Iglesia.
El abate Kneipp restablece su fama junto con otros pioneros del uso de la arcilla en el siglo XIX como Louis Kühne y Adolf Just, o Julius Stumpf a principios del XX: "
Se utiliza para zonas especialmente sensibles y preparación de mascarillas faciales o corporales, en preparación de cosméticos en combinación con plantas medicinales, y en uso interno.
Una buena arcilla debe ser pura y seleccionada por su capacidad de absorción, su extracción reciente y secada al sol, no en un horno pues las temperaturas fuertes disminuyen sus poderes regeneradores.
Propiedades de la arcilla
La que la arcilla es una sustancia viva que actúa con discernimiento y frena la proliferación de cuerpos parasitarios, microbios o bacterias patógenas, a la vez que favorece la reconstitución celular sana.
La arcilla actúa en el foco de la enfermedad y efectúa una limpieza completa y la evacuación de elementos indeseables como pus.
Por su poder de absorción neutraliza y drena las impurezas de los tejidos, retiene todo tipo de líquidos y absorbe los malos olores y decolora.
Su poder de adsorción, en cambio, permite la fijación y neutralización de toxinas y alcaloides: la arcilla capta para evacuar los elementos indeseables del cuerpo o los productos de desasimilación, impurezas que están en estado de suspensión en los líquidos corporales como sangre, linfa y bilis, que son drenados y eliminados.
La radiactividad de la arcilla posee un poder regenerador a la vez que absorbe las
radiaciones negativas.
La arcilla impide la proliferación bacteriana y microbiana, reforzando las defensas del organismo hasta producir una revitalización general.
La arcilla, además, reduce considerablemente la toxicidad de las substancias dañinas y neutraliza los venenos.
Arcilla verde
Excepcional capacidad de absorción y pureza.
Es desintoxicante, remineralizante y absorbente, se utiliza para drenar y remineralizar, por vía externa en cataplasmas espesos o por vía interna en forma de agua arcillosa para beber. Se adhiere muy bien a la piel, por su poder de absorción se utiliza para absorber residuos e impurezas, en cataplasmas espesas sirve en traumatismos y contusiones porque hace disminuir la hinchazón de esguinces y luxaciones.
Arcilla blanca 
En forma de leche de arcilla por su fuerte poder cubriente, su acción antibacteriana, antiinflamatoria y cicatrizante, se prefiere como protectora de la mucosa gástrica e intestinal pues acelera la cicatrización.
Disuelve las fermentaciones y absorbe las toxinas, lo que la hace muy beneficiosa ante la hinchazón del vientre y la intoxicación alimentaria.
Por su efecto de arrastre ayuda a combatir el estreñimiento, y regula el ph.
En uso externo puede aplicarse en forma de cataplasmas, emplastos y mascarillas, es excelente como enjuague bucal y, como polvos, semejantes al talco para los bebés.
Arcilla roja
El color rojo se debe a un mayor contenido de óxidos e hidróxidos de hierro, por su contenido en silicato de aluminio actúa como antiácido de acción local astringente, contrarrestada por el silicato de magnesio purgante que neutraliza la acidez gástrica, pudiendo eliminar pepsina, toxinas bacterianas, productos de putrefacción y tóxicos alimenticios.
La atapulgita, variedad también blanca o verde, es muy utilizada por su fuerte poder absorbente en curas gástricas, úlcera de estómago, colitis y gastritis.
Cataplasmas para uso externo
Es la manera más inmediata y fácil de utilizar la arcilla, sin peligro o riesgo alguno.
El metal y el plástico nunca deben entrar en contacto con la arcilla, debe utilizarse una cuchara de madera y un recipiente de vidrio, porcelana, loza, madera o gres.
Como soporte de la cataplasma debe usarse un tejido natural como algodón o lino, pues los tejidos sintéticos reducen la efectividad de la arcilla.
Para preparar la cataplasma, en un cuenco se vierte la arcilla machacada y se alisa la superficie, se cubre con agua lo más pura posible y se deja reposar sin remover.
La cataplasma debe ser de consistencia firme para que no chorree, pero tampoco demasiado espesa.
Se pone la pasta arcillosa sobre una tela gruesa, que tiene que ser mucho más grande que la cataplasma.
La cataplasma a su vez debe cubrir una superficie mayor que la que se pretende tratar con la arcilla, y con una espátula de madera por ejemplo se reparte la arcilla en un espesor de 2 o 3 centímetros sin amontonar.
Se coloca la cataplasma de manera que la arcilla quede en contacto directo con la piel, excepto si hay vello o una llaga, en cuyo caso puede colocarse una gasa fina entre la arcilla y la piel.
La cataplasma debe ser ancha y cubrir bien toda la superficie a tratar, y puede quedar aplicada desde unos minutos a varias horas e incluso toda la noche, según los casos.
Después, una vez que se ha secado, se retira con cuidado, se limpia la piel con agua tibia y se tira la arcilla pues estará contaminada con toxinas.
La temperatura de la arcilla debe adaptarse a la sensibilidad de cada persona y circunstancias.
En una zona caliente, febril, inflamada o congestionada, la cataplasma fría debe refrescar, si se calienta muy rápido en contacto con la piel debe renovarse.
En cambio, la cataplasma tibia debe calentar cuando se aplica para tonificar o revitalizar de manera general o un órgano en particular, en caso de reconstitución ósea por fractura o descalcificación, o sobre el hígado, los riñones o la vejiga sobre todo en caso de cistitis.
Para calentar la arcilla, es suficiente que se entibie al sol o cerca de un radiador.
Si no resulta suficiente, como la arcilla no debe entrar en contacto con una fuente de calor que la desnaturalizaría, mucho menos aún puede introducirse en el microondas, el mejor método es calentarla baño maría.
La duración y el número de aplicaciones deben adaptarse a cada caso en concreto y a las reacciones de cada persona.
La arcilla es un remedio muy beneficioso que puede producir reacciones en el órgano tratado, por lo que es razonable no abusar de las aplicaciones, que podrían incidir en un organismo ya debilitado.
Para revitalizar un órgano (estómago, hígado, riñones, páncreas, bazo) la aplicación, que puede durar toda la noche, se interrumpe antes de que se enfríe demasiado.
Para descongestionar un órgano, paliar un estado agudo inflamatorio o infeccioso, la cataplasma se retira cuando se calienta demasiado o cuando llegue a producir molestias.
No deben aplicarse cataplasmas de arcilla en dos órganos importantes a la vez, para no hacer trabajar excesivamente al organismo ni originar reacciones demasiado fuertes.
En los tratamientos de superficie de las vértebras, las articulaciones y la piel, para la reconstitución ósea en los casos de fractura, osteoporosis, descalcificación o raquitismo, la aplicación dura toda la noche excepto si se pretende generar una sensación de frío.
Ante una llaga, lesión inflamatoria, absceso o forúnculo, la cataplasma se renueva según la rapidez del calentamiento, y por la noche puede reemplazarse por una compresa de agua arcillosa.
Al retirar la cataplasma ha de estar casi seca y dejar pocos restos de arcilla en la piel, si se pega debe correr agua tibia entre la arcilla y la piel, retirando las partículas residuales con agua sin jabón.
Después de usada se tira la arcilla y se lavan bien las telas y vendas con las que ha estado en contacto, que pueden volver a utilizarse una vez limpias y secas.
Arcilla y sal marina gris
Puede incrementarse la acción de la arcilla si se prepara con agua salada con sal marina gris no refinada, rica en oligoelementos, yodo y magnesio natural.
Para tratar abscesos, forúnculos y tumores,recomienda una aplicación que se prepara derritiendo dos cucharaditas de café de sal marina en un poco de agua muy caliente, que se remueve con una cuchara de madera. Se agrega arcilla en polvo para hacer un ungüento que se extiende sobre una tela, cataplasma que se aplica bien caliente sobre la zona a tratar, se mantiene todo el día y por la noche se aplica otra, que se conserva hasta el día siguiente. Debe renovarse hasta que aparezca pus, lo que indica que se está llevando a cabo el drenaje: "Hasta la curación total, aplique sólo cataplasmas frías", indica.
Al comienzo puede parecer que el tratamiento agrava el mal, cuando no se trata más que de una acción de drenaje de la parte tratada, evidencia de la acción beneficiosa de la arcilla.
Es posible que un absceso o una úlcera se agrande y se abra dejando escapar pus y sangre, antes de cicatrizar y desaparecer.
Igual sucede con un órgano profundo: primero se eliminan las toxinas de las zonas cercanas en una aparente agravación que a veces puede ser perjudicial si se extiende.
Aumentar de manera progresiva, y según se tolere, el espesor y la extensión de las cataplasmas, desde 0,5 cm. en una superficie reducida hasta 3 cm. en una superficie de 30 cm. de lado; y no interrumpir el tratamiento empezado antes de que el drenaje sea suficiente.
Compresa, lavado vaginal y empolvado del bebé
Si al comenzar el tratamiento se teme una reacción secundaria a las cataplasmas, o si hay lesiones infectadas, puede aplicarse una compresa de barro.
Se prepara una mezcla muy fluida, con menos arcilla y más agua, en la que se sumerge una tela o una toalla que ha de quedar cubierta por una fina capa de arcilla.
La compresa se aplica en la zona a tratar y se cubre con una tela seca, que se sostiene con una tira de tela ligera, por lo general entre 30 y 60 minutos, exceptuada la noche en la que puede dejarse varias horas.
El lavado y la ducha vaginal son muy útiles en los casos de colitis, lombrices intestinales, micosis vaginal e inflamaciones locales como vaginitis, cervicitis o metritis. Se disuelven 4 cucharadas soperas de arcilla en polvo por cada litro de agua.
Para el empolvado de los bebés se recomienda la arcilla fina, más eficaz que el talco para espolvorear los rasguños de los recién nacidos y los niños.
Efecto de la ingesta de arcilla
Tomada por vía oral, la arcilla provoca un efecto multilateral.
Su intensa actividad elimina y destruye las células enfermas y activa la reconstrucción de otras sanas, actúa como agente depurador que elimina toda clase de sustancias nocivas.
Tiene efecto sedante, relajante y curativo en el tratamiento de las inflamaciones intestinales, amébicas y otras disenterías.
Pero más allá de la acción directa e inmediata de la arcilla sobre el aparato digestivo, que contribuye a eliminar numerosos cuerpos extraños incluidos los gases, su actividad no sólo cura trastornos leves como diarrea y estreñimiento, sino que influye sobre todos los órganos y sobre la totalidad del organismo.
Todo elemento enfermo que emite radiaciones negativas es atraído por la arcilla, destacado polo positivo, y eliminado.
La arcilla limpia y enriquece la sangre y puede curar la anemia más resistente.
Es muy rica en enzimas y diastasas, de las cuales las oxidasas fijan el oxígeno libre, lo que ayuda a explicar el efecto purificante y enriquecedor de la arcilla sobre la sangre.
El análisis de su composición no explica en cambio su acción reconstituyente sobre los glóbulos rojos, cuyo número aumenta al cabo de un mes de ingerir arcilla como demuestra un análisis de sangre.
No se limita a suplir la insuficiencia de cualquier sustancia en el organismo sino que estimula al órgano insuficiente y contribuye a restaurar sus funciones.
La arcilla debe emplearse en dosis relativamente pequeñas, como su acción se debe a sus radiaciones y no a que contenga cantidades mayores o menores de determinados elementos, es inútil tomar grandes cantidades. No se trata tampoco de un simple calmante o analgésico. Debe utilizarse con prudencia, sobre todo en uso interno.
La dosis media es de una cucharadita diaria para los adultos, que puede aumentarse hasta 2 o 3 al día en algunas infecciones intestinales, tuberculosis o disentería.
Para los niños menores de 10 años la dosis es de media cucharadita diaria.
Para uso interno conviene elegir arcilla fina, grasa y sin arena que haga rechinar los dientes.
Debe prepararse varias horas o una noche por adelantado, vertiendo una cucharadita de arcilla en medio vaso de agua, y beberse por la mañana inmediatamente después de levantarse o por la noche al acostarse.
Se establece en 3 semanas la duración del primer tratamiento con arcilla. Tras una semana de descanso se reanuda el tratamiento, que continúa durante los meses siguientes al ritmo de una semana de tratamiento y otra de descanso alternativamente.
La arcilla se modifica a sí misma y sus efectos varían según el método de preparación y según la forma de beberla o aplicarla.
Tiene una acción de efecto directo rápido y normal sobre los intestinos, y así, tomada antes del desayuno se observa una tendencia a la obstrucción de los intestinos mientras que si se toma por la noche se observan resultados muy distintos.
Para calmar los dolores de estómago después de comer se debe tomar la arcilla inmediatamente antes de las comidas.
Precauciones y reacciones
Para reducir la cantidad de toxinas existentes en el organismo es conveniente que a un tratamiento de arcilla le preceda un mínimo de 10 días de infusiones purificadoras y alimentación sana, basada fundamentalmente en frutas y verduras y desprovista de carne, azúcar, alcohol y sustancias químicas.
El tratamiento con arcilla debe acompañarse, además, de hábitos alimenticios sanos y naturales.
La arcilla no se adapta a la presencia de otras medicinas farmacéuticas, se ve por lo general anulada por los medicamentos, por lo que no es aconsejable combinar su acción con la de ningún tratamiento médico.
Si la ingestión de arcilla no se tolera bien, se debe acostumbrar al organismo poco a poco.
Se comienza bebiendo agua que haya contenido algo de arcilla y luego se va introduciendo lentamente hasta alcanzar la dosis diaria de una cucharadita sin que el organismo se resienta.
La cantidad tiene una importancia relativa, hay personas que incapaces de tragarse la arcilla, beben sólo el agua cuando la mayor parte se ha sedimentado en el fondo del vaso, con resultados satisfactorios.
Si la arcilla provoca náuseas, puede mezclarse con un poco de agua hasta formar una pasta con la que se hacen bolitas del tamaño de guisantes que se dejan secar y se tragan.
La persona propensa al estreñimiento, o si lo provoca la arcilla, puede disolverla en más cantidad de agua o prepararla con una infusión de ruibarbo y tomarla varias veces al día entre comida y comida, bebiendo al principio sólo el agua arcillosa.
Para los niños, la pasta arcillosa puede mezclarse con alguna infusión aromática como menta o eucalipto en lugar de agua, y chupar las bolitas como caramelos.
Los bebés pueden tomar una cucharadita de agua arcillosa antes de las tres comidas diarias.
La arcilla enriquece la composición de la sangre, por lo que no es aconsejable tomar mucha si la tensión o presión sanguínea es elevada, en cuyo caso sólo debe tomarse una o dos dosis pequeñas al día mezcladas con agua.
Como todo remedio natural que contribuye a fortalecer el organismo o a eliminar las sustancias que lo perjudican, pueden producirse reacciones desagradables.
Por ello, antes de iniciar un tratamiento natural es conveniente informarse acerca de sus posibilidades y desarrollo.
Al prever una reacción se la controla más fácilmente, sin tenerle miedo, pues es deseable al constituír una señal de que el organismo está respondiendo adecuadamente.
Conviene y pueden evitarse las reacciones violentas, intensas o repentinas, nunca deseables, siguiendo para ello las pautas señaladas.
Qué aporta la arcilla
Poderoso desintoxicante que limpia el organismo de toxinas perjudiciales, a la vez remineraliza por los oligoelementos que contiene.
Previene, cura, tonifica y calma, descongestiona, alivia, cicatriza, purifica, absorbe y desinfecta.
Excelente depurador y regenerador de la piel, de las estructuras óseas y de los órganos internos, la arcilla se opone a los procesos patológicos que llevan a los tejidos del cuerpo al endurecimiento y la esclerosis; bebida o utilizada externamente ayuda a frenar el envejecimiento: "El selenio y el litio, oligoelementos presentes en la arcilla, ayudan a ralentizar el envejecimiento", afirma.
Todas las arcillas contienen en su bioquímica los minerales y oligoelementos indispensables a todo ser vivo, desempeñando importantes funciones en el cuerpo.
Ejerce, además, una influencia beneficiosa sobre las diversas glándulas endocrinas (tiroideas, suprarrenales, sexuales), a las que estimula o modera según los casos.
Beneficiosa para todas las edades, la arcilla favorece el crecimiento de los niños y estimula sus defensas, mantiene el estado de buena salud de los adultos y es un excelente tónico del sistema nervioso, regula los órganos del cuerpo (riñones, hígado, pulmones) y frena el deterioro físico de los ancianos y sostiene con sus oligoelementos el sistema inmunitario.
Es una terapia no agresiva para el organismo humano, que raramente presenta efectos secundarios nocivos y que, si se presentan, son reversibles.
Consejos prácticos
La cura de arcilla está indicada para todas las edades y estados de salud, con las debidas precauciones y previa consulta al especialista si hay una enfermedad grave o tendencia al estreñimiento.
Dicha cura debe seguirse como mínimo una vez al día durante 3 semanas, en las que pueden aparecer síntomas de desintoxicación como olor y color más intenso de las heces o una depuración de la piel con la aparición de granitos o zonas más húmedas o grasas.
En casos de urgencia como acidez de estómago, afecciones intestinales o malestar general, la preparación de la arcilla puede hacerse al instante, removiendo la arcilla un par de veces en el agua y dejándola reposar 5 minutos antes de beberla. Se toma varias veces diarias hasta restablecer la normalidad, en unos días.
Debe utilizarse un vaso de cristal grueso, ya que la fuerza energética de la arcilla puede hacerlo estallar si es de paredes muy delgadas.
Para tratar amigdalitis, aftas o llagas en la boca, flemones y problemas de encías como gengivitis y piorrea, pueden hacerse gargarismos y enjuagues con la mezcla de una cucharada sopera de arcilla y una cucharadita de sal marina añadidas a medio litro de agua caliente sin hervir.
La arcilla es ideal para combatir micosis, vaginitis, cervititis, metritis, etc.".
Las personas con tendencia al estreñimiento que toman habitualmente aceites minerales (parafina) como laxantes, no deben tomar arcilla por vía interna ya que hay riesgo de que se produzca una oclusión intestinal.
Aunque la arcilla suele ser inocua por vía interna, tiene alguna contraindicación en los casos de hipertensión arterial, oclusiones y hernias internas.
Así, en uso interno y casi siempre a la vez externo, ante abscesos y acné, bronquitis, cansancio, astenia y convalecencia, problemas de circulación sanguínea, parásitos intestinales y colitis, dermatosis y problemas leves de la piel, diarrea, eccemas, embarazo, estados depresivos, gastroenteritis, úlceras y trastornos digestivos, estreñimiento, gota o ácido úrico, fiebre, hemorroides y herpes, hipotensión, intoxicación alimentaria, migraña y dolor de cabeza de origen digestivo o hepático-biliar, nefritis o inflamación de los riñones, regulación del organismo ante diversos olores corporales, inflamación de la próstata, psoriasis, quistes de ovario y fibromas, sudor excesivo y problemas de tiroides y de la vesícula biliar.

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