jueves, 13 de junio de 2013

perros sanadores





Entonces Walsh dejó entrar a Kolya, un  pastor de los Pirineos
blanco, que trepó a la cama de la mujer y se acurrucó contra u cuerpo.
Transcurrieron cinco minutos en silencio. Luego la mano de la paciente
se movió hacia el perro, y comenzó a acariciar su suave y abundante
pelaje. Pasaron cinco minutos más. La mujer, sonriendo, murmuró: Tan
divino… .
Lo acarició durante media hora, llamándolo mi amigo , continúa Walsh.
Durante ese tiempo vi como el monitor de presión sanguínea bajaba y
bajaba. Desde luego, Kolya no es el único terapeuta que cumple con sus
rondas en el enorme complejo clínico de la universidad UCLA. También
hay un perro de caza llamado Platinum, un Pug (una adorable raza de
origen chino) llamado Egor y un galgo de nombre Aladino, por no hablar
de los ocho setter irlandés, cuatro Labradores negros, dos pastores
alemanes y muchos otros perros de razas mezcladas. Los mimos caninos
se iniciaron durante los años 80 como una actividad recreativa más
para los pacientes, como las visitas de payasos a las alas pediátricas
y las presentaciones de cantantes en los asilos. Pero últimamente han
evolucionado hasta convertirse en un importante y creciente componente
de la atención médica moderna.
Y no sólo en UCLA. En el hospital Mount Sinai en Nueva York se
incorporaron perros a los tratamientos de rehabilitación de pacientes
con lesiones cerebrales y espinales. En el Colegio Médico de Virginia
en Richmond, Sandra Barker trae consigo a su propio perro de raza
lhasa Apso para tranquilizar a los pacientes de terapias de
electroshock que tiemblan antes del tratamiento. En Texas se usan
perros para motivar a los niños que se recuperan de quemaduras, y para
calmar a los pacientes en los pabellones de Alzheimer.
Un paciente casi arrancaba la manija de la puerta, exigiendo que lo
sacaran , cuenta Mara Baun, profesora de enfermería de la Universidad
de Texas que ha escrito 13 estudios acerca de los beneficios médicos
que producen las mascotas. El personal no podía alejarlo de la puerta.
Pero entonces intervino un setter irlandés, aunque no había sido
entrenado para hacerlo. Tomó de la manga al paciente, y éste lo siguió
con toda calma .
.

El programa de UCLA se inició en 1994, por iniciativa de Kathie Cole,
enfermera de terapia cardiovascular y amante de los perros. Logró
convencer a los directivos de su hospital que los animales podrían
alegrar a pacientes de transplante de corazón, durante los meses que
pasan en el hospital esperando un órgano. Si se inicia un ciclo
depresivo, la fisiología del individuo se desploma , asegura. Tanto
éxito tuvieron los perros en su unidad que el programa se extendió a
26 de las 34 unidades de pacientes internos del hospital, y los
beneficios de la compañía canina llegaron a más de 17.000 pacientes.
Los 40 perros que se tienen ahora como voluntarios pasan por una
evaluación de una hora en que deben permanecer inmutables ante sillas
de ruedas tambaleantes, desconocidos que gritan y atemorizantes
marañas de tubos. Se asesora al personal médico para que aprenda como
poner a los animales en las camas, para alentar el contacto visual
entre perros y enfermos y lavar las manos de los pacientes antes y
después de las visitas. Cada perro tiene una identificación con
fotografía y una cinta en la cabeza con un diseño de huellas.
Los investigadores ya comenzaron a distinguir entre actividades
asistidas por animales, que se practican en unos 600 hospitales de
EE.UU., y la terapia formal asistida por perros, una disciplina más
reciente donde los médicos los utilizan para lograr un objetivo
terapéutico específico. Hace poco sonaban ruidosas carcajadas en la
sala pediátrica del Centro Médico UCLA cuando Corky, un terrier,
comenzó a bailar para un paciente de transplante de dos años de edad.
¡Quiero que venga a mi cama! , insistió el paciente de al lado, de
seis años.
Mientras tanto, a dos pisos de ahí se llevó a cabo una intervención
más especializada. Un terapeuta recreativo utilizaba a Ginger, un
pastor australiano, para ayudar a un paciente de cirugía cerebral a
recuperar el equilibrio. Chris Pereira, de 26 años, tenía suero por
vía intravenosa y estaba sujeto con un arnés. Con su brazo débil, se
inclinaba para acariciar a la perra y lanzarle una pelota para que la
atrapara. No puedo dar vuelta la cabeza y mi vista no es muy buena ,
dice Pereira. La mascota me infunde coraje . Aunque ya hay fundaciones
y compañías de alimentos para animales que financian los estudios, la
investigación clínica de animales y humanos aún lucha por obtener el
apoyo económico y el respeto que cree merecer. Muchas veces se deja de
lado la atención médica de baja tecnología , se queja Nancy Dapper,
integrante de Delta y ex funcionaria de la Administración Federal de
Financiamiento de la Atención Médica. Pero creo que hemos llegado a un
punto en el que los consumidores mismos exigirán servicios asistidos
por animales.
De ser así, la demanda provendrá de pacientes como Daniel Uribe, de 78
años y que recibe tratamiento cardiovascular. Está atrapado en un
hospital de UCLA, rodeado de jeringas, monitores y otras máquinas de
alta tecnología. Pero también recibe los mimos de un pastor alemán
llamada Si sKa. Ella es la vida misma , dice con una tierna sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario