miércoles, 11 de julio de 2012

Tú contamina, que nosotros cambiamos la dieta


La AESAN ha decidido recomendar por primera vez a los padres que no incluyan espinacas ni acelgas en los purés de los bebés menores de un año y, en caso de hacerlo, que no representen más de un 20%.
Y de esta manera tan sencilla, con recomendaciones de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), van, poco a poco, zanjando el grave problema de la contaminación química y su amenaza constante para la salud pública. Problema, el de la contaminación química, abandonado a su suerte en los últimos años por el Gobierno.
















La contaminación industrial y también agrícola  que han convertido nuestra dieta en peligrosa y en susceptible de ser vigilada por las autoridades de seguridad alimentaria. Hay que vigilar los peces tóxicos, las verduras tóxicas, la carne tóxica, y sacarlos de la lista, para que no lleguen a las personas.

¿Y antes? ¿Y las industrias, como la petroquímica, u otros procesos contaminantes, como la incineración de residuos? Son fuentes de mercurio y cadmio. ¿Quién vigila que no llenen el medio ambiente de sustancias tóxicas? ¿Quién vela para evitar que la “insaciable” cadena alimentaria se haga con ellas para contaminar nuestra dieta?



El problema con las hortalizas, especialmente las de hoja ancha como las espinacas y las acelgas, es el nitrato, cuya presencia en la tierra se ha disparado por el uso intensivo de abonos. Las verduras lo absorben en grandes cantidades y el cuerpo humano los convierte en nitritos, que pueden provocar cianosis (la enfermedad del bebé azul), un síntoma que se manifiesta por una coloración azul de la piel y que resulta especialmente grave en niños pequeños. Además, el nitrato es un irritante gástrico.
Los nitratos se emplean desde hace décadas como fertilizantes y abonos. Permiten a las plantas sintetizar sus proteínas y crecer más rápido. Ahora bien, si los nitratos se añaden en exceso, las plantas no son capaces de transformarlos y se acumulan en sus hojas, hojas que nos comemos crudas o cocinadas, solas o mezcladas, en todo tipo de ensaladas, guisos, sopas, cremas o guarniciones. Aunque los nitratos, en sí mismos, no son perjudiciales para nuestra salud, una vez dentro de nuestro organismo alrededor de un 6% son transformados por las bacterias de nuestro aparato digestivo en nitritos. Y los nitritos sí resultan peligrosos.
El consumo de cantidades adecuadas de vitamina C, verduras y frutas frescas puede contrarrestar el efecto nocivo de estas sustancias (frutas, ensaladas, limón). En niños menores de 3 años es más recomendable utilizar verdura ecológica de calidad


Cómo reducir los nitratos.
- Priorice, en la medida de lo posible, las verduras procedentes de agricultura ecológica. En su cultivo no suelen emplearse tantos fertilizantes.
- Consúmalas cuanto antes. De lo contrario guárdelas en la nevera: la transformación de nitratos en nitritos se favorece entre los 10º y 60º C. Pero no las guarde más de dos días. Si va a ser por más tiempo, congélelas, también reducirá la cantidad de nitratos.
- Corte y quite las partes marchitas y los nervios de las hojas (las partes blancas), ya que concentran los mayores porcentajes de nitratos.
- Lave las verduras a fondo con agua, de este modo estará arrastrando parte de los nitratos que contienen.
- Si además las hierve y luego retira el agua, también eliminará nitratos (aunque igualmente vitaminas y minerales). Eso sí, una vez hervidas consúmalas cuanto antes. 

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