miércoles, 29 de enero de 2014

el magnesio

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El magnesio es el octavo mineral más abundante en la tierra, y el tercero más abundante en el agua marina. En nuestros cuerpos ocupa un lugar muy fundamental:
"El Magnesio es el cuarto mineral más abundante en el cuerpo, con aproximadamente 66% encontrado en los huesos y 33% en el músculo esquelético y cardíaco. Se absorbe en el intestino delgado y se elimina por los riñones. El magnesio está implicado en 300 reacciones bioquímicas esenciales del cuerpo, que van desde la producción de ATP hasta la síntesis de proteínas, por lo que obviamente es importante para el óptimo rendimiento deportivo y una alta calidad de vida".– Charles Poliquin
Como podemos ver, el magnesio no sólo es abundante en el cuerpo, sino que tiene una importancia vital. Cada célula del cuerpo humano necesita suficiente magnesio para funcionar, en caso contrario se deteriorará. Huesos y dientes fuertes, hormonas equilibradas, un sistema nervioso y cardiovascular saludable, una correcta función de las vías de desintoxicación y mucho más, requieren una suficiencia de magnesio a nivel celular.

El cerebro y el corazón son dos de los órganos que contienen concentraciones más altas de magnesio en el cuerpo, y son especialmente vulnerables cuando existe una deficiencia. Para que el cuerpo pueda usar de manera apropiada el calcio de las células, es muy importante que las proporciones de magnesio sean adecuadas. Incluso una pequeña deficiencia es suficiente para llevar a un desequilibrio peligroso que puede desembocar en calcificación y muerte celular. Esto se manifiesta con síntomas como problemas cardíacos, migrañas, calambres musculares y premenstruales...
¿A dónde ha ido todo el magnesio?
Desgraciadamente, los métodos modernos de agricultura empobrecen nuestros suelos, agotando su magnesio natural. Como si esto fuera poco, muchos híbridos se cultivan de manera selectiva para sobrevivir a niveles bajos de magnesio, y la mayor parte de fertilizantes modernos utilizan nitrógeno, potasio y fósforo, sin preocuparse por reponer los niveles de magnesio.
El agua también solía ser una buena fuente de magnesio, pero ahora el flúor presente en el agua se junta con el magnesio, creando un compuesto mineral prácticamente insoluble que acaba depositándose en los huesos, incrementando, con su fragilidad, el riesgo de fracturas.
Otros factores dietéticos que podrían ayudar a disminuir los niveles de magnesio son:
    La cafeína
    El azúcar (son necesarias 287 moléculas de magnesio para metabolizar una sola molécula de glucosa)
    Las comidas procesadas
    El alcohol
    Los alimentos vegetales provenientes de suelos empobrecidos
    Los alimentos con altos niveles de ácido fítico
Además, el uso de medicamentos tales como los anticonceptivos, diuréticos, fármacos para la hipertensión, insulina, corticosteroides, broncodilatadores y ciertos antibióticos, disminuyen nuestros niveles de magnesio. Sudar con frecuencia (por ejercicio u otras razones) también puede tener el mismo efecto.
¿Para qué sirve el magnesio?
El magnesio cumple cientos de funciones corporales, entre las que destacaré unas pocas:
  • Dota a nuestros huesos de rigidez y flexibilidad (en muchos casos más importante que el calcio) y es responsable de crear esmalte dental resistente a la caries.
  • Incrementa la biodisponibilidad del calcio.
  • Evita y revierte la formación de cálculos renales.
  • Regula y normaliza la presión arterial.Ayuda a dormir bien.
  • Alivia calambres y espasmos musculares.
  • Ayuda a prevenir la insuficiencia cardíaca congestiva.
  • Disminuye la resistencia a la insulina.
  • Puede ayudar a prevenir la ateroesclerosis.
  • Ayuda a prevenir las migrañas y las cefaleas en racimos.
  • Trata ataques de asma y eclampsia en el embarazo.Mejora la circulación.
  • Alivia síntomas de fibromialgia y dolor crónico.
  • Es responsable de convertir la vitamina D a la forma activa que permite que se absorba el calcio.
  • Previene la osteoporosis.
 
¿Tienes una deficiencia de magnesio?
Como mencionamos al principio de este artículo, la respuesta más probable hoy día es que “sí”, puesto que más del 80% de los adultos analizados no alcanzan niveles mínimos de este mineral. Desafortunadamente, los análisis de sangre suelen ser ineficaces para medir sus niveles, ya que menos del 1% del magnesio se encuentra en la sangre.
A menudo, el diagnóstico de niveles bajos de magnesio se realiza mediante sintomatología, siendo los siguientes algunos de los más comunes:
    Incapacidad para dormir, o insomnio.
    Irritabilidad.
    Ansiedad, depresión o agitación.
    Alteraciones mentales.
    Sensibilidad al ruido.
    Dolor muscular o espasmos.
    Niveles altos de estrés.
    Dolores de cabeza.
    Palpitaciones.
    Fatiga o cansancio fuera de lo normal.
    Alergias e intolerancias.
    Falta de apetito.
    Falta de concentración.
    Frío en extremidades.
    Dolores de espalda.
    Olor corporal.
    Infertilidad o SPM.
    Falta de coordinación.
    Problemas con la memoria a corto plazo.
    Estreñimiento.
    Trastornos digestivos.
    Caries abundantes.
    Resistencia a la insulina.
    Antojos de carbohidratos.
 
¿Cómo podemos mejorar nuestros niveles de magnesio?
Lamentablemente, nuestro tracto digestivo no siempre es capaz de absorber el magnesio de manera adecuada, y es todavía más complicado si tenemos una deficiencia de vitamina D, un desequilibrio de la flora intestinal o ciertas otras afecciones.
Si a esto le sumamos que la mayor parte de los alimentos y agua tienen niveles de magnesio empobrecidos, puede resultar complicado conseguir un nivel óptimo de este mineral para nuestros tejidos.
Dónde encontramos el magnesio
En los frutos secos: girasol, sésamo, almendras, pistacho, avellanas y nueces.
Entre los cereales: germen de trigo, levadura, mijo, arroz y trigo.
En las legumbres: judías, alubias, garbanzos y lentejas.
Y en los germinados: ya que la clorofila contiene magnesio.
Vegetales: Los vegetales verdes son ricos en magnesio debido a que la clorofila es rica en este mineral
De lo que comemos, solo del 30 – 40 % es absorbido por nuestro cuerpo y depositado en el intestino delgado.

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